RELATO DE JOSÉ MANUEL HERNÁNDEZ

Llámame

¡José Manuel Hernández en su relato se liga a Laura Manzanedo y a Sara Gil! Échale imaginación y mándanos el tuyo a ponte@europafm.es

Imagen no disponible
Imagen no disponible // Atresmedia

Europa FM

Europafm.com 04/12/2013 20:45

Recién llegado a Barcelona en busca de una de mis deseadas fantasías. Conocer a las chicas de Ponte a prueba.

Allí iba yo con toda la ilusión del mundo, al encuentro, del que esperaba que fuera uno de mis mejores sábados de mi vida. Me metí en una sala, después de un viaje así tenia la boca seca. De repente la vi, era Laura Manzanedo tomándose una copa en la barra. Pero como era normal, estaba rodeada de un ejército de tíos, que casi se la comían con los ojos.

Me acerqué a ella, pensando en qué decirle para llamar su atención. Cuando llegué a su altura, tierra trágame, de mi boca sólo salió aquello de “¿vamos a tomar una copa a algún sitio?” Ni siquiera un “hola ni me llamo David”. Ella con los ojos clavados en los míos, se quedó parada y pensé, ahora viene cuando me manda a la mierda.

Pero no, simplemente me dice, "Sí cariño, vamos a mi casa a tomar algo". Alucinaba, me quede sin palabras, pero ella agarró mi mano y salió, de esa nube de tíos, conmigo.

¿Qué pasa aquí? Tan bueno no estoy. Cuando salimos del bar me lo explicó todo. "Muchas gracias por librarme de todos esos moscones" me dijo. "Ya no sabía cómo salir de allí. ¿Cómo te llamas?" David dije. Y me plantó dos besos en mis mejillas.

Bueno, al menos, había llegado a llamar su atención. Me dejó allí mirando su precioso culo alejándose de mí, mientras yo, embelesado, levantaba mi brazo para llamar un taxi. Al menos ahora podía decir que la había conocido. Abro la puerta del taxi para subirme en él, y oigo de nuevo esa voz melodiosa para mis oídos.

"David, David". Miro hacia atrás y veo que Laura venia corriendo hacia mí. "Perdona, ¿podríamos compartir el taxi? Es que a estas horas no es fácil encontrarlos".

Claro, dije yo. Yo comparto contigo lo que quieras, pensé. "Además me debes una copa", me dijo. Aunque después de todo esto creo que te invitaré yo.

Durante el viaje, empezó a contarme, que había tenido una discusión con su novio y que estaban en horas bajas. Yo la escuchaba, pero sólo pensaba en cómo entrar en la conversación para hacerme el simpático. Sin llegar a decir nada, se puso a llorar sobre mi hombro. A frotar su cabeza en mi mejilla. Yo estaba en el quinto cielo, mientras ella, balbuceaba, entre sollozos, su historia con su novio. De repente, acercó su mejilla a la mía y me plantó un beso en ella, después en los labios y luego… uffff.

En medio de ese volcán de caricias y besos, solo pude escuchar una dirección para el taxista. Me lleva a su casa, pensé. Mi sueño logrado. En el portal, en el ascensor, buscando las llaves. En ningún momento dejábamos de acariciarnos y besarnos. Pasamos la puerta de su piso y empezaron a caer prendas por el suelo y en el mismo sofá del salón, caí sobre ella.

Entonces sonó el timbre de la puerta. ¡Nooooo, porque me pasa a mí esto ahora!. Pensé.

-"¿Qué hora es?". Dijo ella. Le dije la hora y contestó "Joder que tengo reunión de trabajo con Josep.

-¿Hoy sábado?" Pregunté.

-Si, vístete rápido.

Así que, aun metiéndome la camisa en los pantalones, abrió la puerta y allí estaba Josep y Puchi, diciendo aquello de…

-¿He interrumpido algo? ¿Molesto?

-No, no ya me iba. Contesté yo, mientras pensaba. Claro que si cabrón, ¿no lo ves? Pareces tonto.

Laura me plantó un beso en la boca con un “Llámame” y me cerró la puerta en las narices.

Y allí me tenías, de camino al ascensor, pensando que si no tenía su número cómo la iba a llamar. Pulse el botón para llamar al ascensor y al abrirse la puerta allí estaba ella. Sara Gil.

-Hola, dijo mirándome fijamente.

-Hola, llegue a balbucear mientras veía una sonrisa muy amplia en sus labios.

-Tú eres, tu eres… Alex Ubago, ¿verdad?

Iba a decir que no, que solo tengo un ligero parecido cuando se me echó encima y empiezó a comerme a besos. "Soy una de tus fans".¿Cómo? ¿Sara Gil fan de Alex Ubago? Había roto todos mis esquemas. La imaginaba sensible y romántica pero, hasta ese punto. Se cerró la puerta tras de mí y ella siguió acariciándome y besándome subiéndose en mis brazos. Con aquella minifalda y yo sosteniéndola en vilo. Casi no podía creer aquello pero estaba pasando. El ascensor iba bajando y ella no dejaba de meterme la lengua, las manos por todas partes y yo con mis manos en su culo aguantándola en vilo. Llegamos a la planta baja y ella ya tenía mi polla entre sus manos. Sus pechos desnudos delante de mi boca. Se abrió la puerta del ascensor. Una pareja con una niña en brazos, allí de pie mirándonos. Nos tapamos como pudimos y sólo pudimos pedir disculpas. Mientras decían aquello de que poca vergüenza.Cuando acabó de vestirse, me plantó un beso en la boca y me dijo:“Perdona pero iba a una reunión de trabajo y llego tarde. Pero llámame y desapareció tras la puerta del ascensor.

Otra vez quedaba con el llámame y sin nadie a quien llamar. Y todo por culpa del tal Josep Lobató. Entonces vi que había dos papeles en mi chaqueta. Los números de teléfono de Laura y Sara. Parece que después de todo, quizás pueda cumplir mis sueños.

Gracias chicos y chicas por todas las noches entretenidas en mi trabajo.