78 DEDOS, 12 PÚAS Y 22 BAQUETAS

Z-Machines, el grupo de música formado por robots con múltiples brazos e infinidad de dedos

Z-Machines es una all-robot band, un trío de máquinas japonesas creadas en la Universidad de Tokio capaces de interpretar cualquier partitura con una precisión perfecta. ¿Serán capaces de emocionar con su música a un público acostumbrado al playback, el auto-tune desmedido y la ficción reconocida?

Imagen no disponible
Imagen no disponible // Atresmedia

Europa FM

Barcelona 09/02/2016 12:57

Cuando en los años 80 vimos a Cortocircuito, nunca pensamos que aquel amasijo de hierros fuera capaz de interpretar una partitura de Mozart, con todo tipo de detalle y precisión. Pero en Japón han querido desafiar los principios de la música con una banda de rock compuesta por tres robots: Hay Mach es el guitarrista, un virtuoso de 78 dedos, melena de cables, dos guitarras y doce púas; Ashura toca la batería con 22 baquetas simultáneas; y Cosmo es capaz de tocar los teclados mediante láser proyectado desde sus ojos.

Su ventaja es que siempre están dispuestos a marcarse el mejor de sus conciertos, no sufren jet lag y son resistentes al cariño desmesurado de sus fans. Sus movimientos son similares a los humanos gracias a metros y metros de manguera neumática, herrajes, pistones de aire comprimido y deambulan por el escenario gracias a una cadena guiada por un piñón de tracción principal, como el de los tanques.

Los componentes de Z-Machines pueden ejecutar cualquier signatura o tempo, pueden tocar a 1000 bpm o a 3’55, con una sincronización perfecta. Ya han hecho sus primeros conciertos, al que han asistido unas 700 personas. De hecho, hay artistas de k-pop que han sido sustituidas por su versión robótica (podrían haberlo hecho con esta pobre bailarina antes de su ataque epiléptico).

¿Cuál es su mayor desventaja? La poca humanidad de sus composiciones, la improvisación que ha caracterizado a célebres músicos como Miles Davis y que no puede imitarse con una mera serie de ceros y unos, hacemos máquinas a nuestra imagen y semejanza, pero que no pueden crear, innovar, que no pueden dar respuesta de manera autónoma sin seguir unos patrones preestablecidos (de momento), que no pueden dejarse llevar por el poder de las melodías, las notas, los sonidos, los silencios...

Es evidente que van a tener que emplearse a fondo estos estudiantes si quieren que sus robots den un buen espectáculo. Y la clave para que estas máquinas puedan hacer música en mayúsculas es: un futuro híbrido donde se dé lo mejor de los dos mundos. O humanos mejorados con nanotecnología e implantes biomecánicos, o músicos conectados con robots mediante una red neuronal de datos que transforme sus conocimientos a través de la perfecta ejecución de un autómata. Es decir, RoboPop o Evangelion, tú eliges...