RELATO DE POETA ABS

Socorro

Un acosador pone la vida del equipo de Ponte a prueba... ¿Tienes un relato? Envíalo a ponte@europafm.es

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Europa FM

Europafm.com 19/02/2014 01:50

Como de costumbre entré a la emisora por la tarde, al llegar percibí que Josep no estaba, cosa extraña, pues siempre estaba el primero.

Me acerqué al ordenador para ponerlo en marcha y empezar con los e-mails de los luchadores pero inesperadamente  vi un papel, fui a cogerlo pensando que sería alguna broma de mis compañeros, pero no, era una nota en la que ponía:

"Tengo a tus amigos si los quieres tendrás que ser mía te espero en la Av. de Lugo 27"

En ese momento comencé a temblar. Sabía quien había sido, pues llevaba semanas enviándome cartas, mensajes en Twitter y siguiéndome por la calle, era mi acosador.

Me armé de valor, salí de la emisora corriendo en su búsqueda mientras me secaba las lágrimas con una mezcla de sentimientos entre miedo, rabia y orgullo.

Llegué a la dirección. La puerta, que tenía un aspecto deteriorado, estaba abierta así que entré y me encontré en medio de un pasillo oscuro y húmedo.

Empecé a andar hacia las voces que procedían del fondo de la casa, poco a poco se iban aclarando y pude distinguir la voz alterada de Laura:

-No eres consciente de lo que haces así nadie será tu...- una sonora bofetada le calló.

-¡PERO NO VES QUE LA AMO Y SÓLO YO PUEDO HACERLE FELIZ! Y ESO SERÁ LO QUE LE DIRÉIS CUANDO LLEGUE.

Era la voz de un hombre enfurecido. Entré en la habitación que estaba al final del pasillo, allí estaban Josep, Laura y Sara encadenados. Me miraron y gritaron aterrados mi nombre:

-¡¡PUCHI CORRE VETEEE!!

Pero no podía huir, no podía dejarlos ahí. Así que avancé con paso firme.

El hombre, que los tenía presos, fijó su mirada en mí y dijo:

-Por fin vienes a mí, mi pequ...

-¡CALLA! – Grité -  Déjalos es a mí a quien querías y aquí me tienes MONSTRUO.

El hombre cambió su cara, se encogió y empezó a repetir en bucle:

-¿Monstruo yo? Sólo quiero que me quiera, sólo quiero que me deje quererle.

En ese momento comprendí lo que le pasaba, cogí las llaves de las cadenas y se las di a mis compañeros mientras me acercaba a aquel hombre encogido como un niño pequeño, le abracé y le dije dulcemente:-

Yo no puedo quererte pero si ayudarte.