Jean Paul Gaultier, de diseñar con los corsés de su abuela a la gran pantalla con Almodóvar
El modista parisino es, para muchos, el diseñador más influyente de las últimas décadas. Siempre atrevido, el camino iniciado a través del armario de su abuela le ha llevado por todo el mundo, mostrando un vínculo especial con España.
La pasión de Jean Paul Gaultier por la moda tiene su origen en el armario de su abuela en Arcueil, el barrio parisino en el que se crió el diseñador. El modista pasó mucho tiempo en compañía Marie Garrabe, su abuela materna, esteticista de profesión y cuyas prendas, sobre todo ropa interior como corsés o fajas, le fascinaron en su infancia y han influenciado sobremanera su carrera.
El diseñador siempre ha reconocido que la libertad de la que disfrutó de pequeño, gracias a sus padres y su abuela, con una mentalidad abierta para la época, fue un factor determinante para su desarrollo.
Apegado al arte en todas sus formas, el diseñador pronto tuvo clara su vocación hacia la moda y no vaciló en buscar trabajo en algunas de las firmas parisinas más importantes, sin siquiera haber acudido a una escuela del oficio.
No le hizo falta, ya que los cientos de bocetos que había diseñado con el paso de los años desembocaron en 27 portfolios que Gaultier distribuyó por las casas de moda hasta que, con apenas 18 años, consiguió un empleo a media jornada en Pierre Cardin. El primer paso de una de las mentes más influyentes en el sector de las últimas décadas.
Un impacto revolucionario
En 1976 Jean Paul Gaultier presentó su primera colección en París tras haber pasado por varias firmas y establecerse un tiempo en Filipinas. Un desfile que, como reconocía el propio modisto, “no era muy bueno” pero le “sirvió para dar el salto”, ya que mostró su voluntad rompedora con los parámetros del momento en la alta costura parisina.
En esta suerte de ópera prima, el diseñador contó con la ayuda de su pareja en ese momento, Francis Menuge, con quien gestó Jean-Paul Gaultier como marca, y la financiación de la firma japonesa Kashiyama.
La sucesión de desfiles durante la incipiente carrera de Gaultier fueron creando su reputación de enfant terrible debido a sus atrevidos conceptos. Una combinación estética entre lo kitsch y lo marginal innovadora que llamó la atención de la marca Hermés, convirtiendo al diseñador en su director creativo, aunque manteniendo su propia marca diferenciada.
El paso de los años no ha hecho más que afianzar el impacto que supuso su irrupción en el panorama, dejando diseños icónicos como el corsé de conos de Madonna]] o los que rompían convencionalismos de género, como el empleo de faldas en líneas masculinas, o la selección de modelos que reflejasen la diversidad de tallas y etnias de la sociedad sobre las pasarelas.
[[LINK:TAG|||tag|||5f523176a03f7f12ced37497|||[[H3:Los guiños de ‘Juan Pablo’ Gaultier]]
El parisino siempre ha mostrado su apego por España en diversas formas. Muchos de sus diseños han encontrado la inspiración en prendas icónicas de la cultura patria como la faldas de volantes y puntillas o el traje de luces de los toreros.
Un vínculo con el país que le ha llevado a trabajar con ilustres del cine o el modelaje nacionales. Rossy de Palma es una de las grandes musas del diseñador desde hace años, con ella trabajó en la película Kika, dirigida por Pedro Almodóvar y en la que también diseñó el traje que luce Victoria Abril.
Con el manchego también ha trabajado en obras como La mala educación, donde viste a Gael García Bernal, en el disfraz de tigre de Roberto Álamo en La piel que habito o el diseño de flamenca de Penélope Cruz en La niña de tus ojos.
En las pasarelas, el modista ha trabajado con los modelos españoles Andrés Velencoso o Jon Kortajarena en algunas ocasiones, el primero como ejemplo del hombre del siglo XXI cuando presentó su fragancia Fleur du Male en 2007; el segundo a ritmo de taconeo para la presentación del perfume Kokorico en 2011.