Parece que, mientras haya pasión, el sitio en el que ponerla en práctica importa poco. Buenos ejemplos de ello son Juancar, que se tiró a un tío en la sauna de un gimnasio, y Luca, que se lo montó con una americana cachonda en una góndola veneciana. Pero las historias se tuercen cuando el momento del acto no es voluntario, y eso es lo que le pasa a Cristina, que dice haber un hombre que le espía en las duchas del gimnasio.