PRIMER ADELANTO DE LUX

Rosalía y la (de)construcción del amor romántico en 'Berghain'

¿Qué es el amor? Rosalía responde a esta pregunta en Berghain, primer adelanto del disco LUX en el que la cantante hace toda una declaración de intenciones de lo que se podrá escuchar en la obra completa. Para la cantante, el amor no es posesión, no es comunión, no es transmutación.

Por Antonio Jesús Tinedo-Rodríguez, Universidad de Córdoba

The Conversation

Madrid05/11/2025 12:22

¿Qué es el amor? El lingüista estadounidense George Lakoff probablemente respondería afirmando que ‘el amor es un viaje. Esto es lo que en Lingüística se conoce como metáfora conceptual, porque se describe una experiencia que es concreta –como un viaje– para hablar de otra más abstracta e intangible –el amor–.

Estas metáforas se manifiestan en la lengua a través de expresiones. Cuando una pareja dice que sus integrantes “han tomado caminos distintos”, el marco conceptual para explicar que se han separado es el de dos viajeros que han compartido parte del trayecto y ahora eligen nuevos destinos. Es decir, la metáfora subyacente es que el amor se conceptualiza como viaje.

Al hablar de amor, es interesante pensar en cómo se crea esta idea. Especialmente el ideal del amor romántico que asocia elementos como la dominación y los celos a las relaciones de pareja. Bajo este tipo de construcciones del amor hay metáforas como: 'el amor es destrucción’, ‘el amor es posesión’ o ‘el amor es sufrimiento’. Estas conceptualizaciones forman parte de la cultura profunda y se manifiestan en expresiones como “quien bien te quiere te hará sufrir”.

Para deconstruir este elemento cultural, conviene tener en cuenta la hipótesis de Sapir-Whorf, o hipótesis de la relatividad lingüística, que sostiene que la lengua influye en la manera en la que pensamos. En su versión fuerte propone que la lengua determina el pensamiento, mientras que en su versión débil plantea que simplemente lo condiciona. Y cuando hablamos de lengua, necesariamente nos referimos al binomio lengua-cultura porque son realidades indisociables, dos caras de una misma moneda.

En este sentido, la música es un elemento clave de la cultura. Hay artistas, como Rosalía, que poseen un dominio excepcional de las lenguas, los sonidos y las culturas. Gracias a ello la cantante catalana –junto con su equipo– logra articular con la precisión de una cirujana de los pentagramas distintos elementos semióticos, creando significados que funcionan como un espejo para la sociedad y actúan como un revulsivo.

Así es como ha tejido las bases de LUX, su nuevo álbum, un ejemplo de plurilingüismo e interculturalidad que además se inspira en la mística femenina a través de la asociación de mujeres a lenguas y culturas (por ejemplo: Juana de Arco al francés o Sun Bu’er al chino). Su primer sencillo, Berghain, es una declaración de intenciones de lo que se podrá escuchar en la obra completa.

Pero ¿cómo se conceptualiza el amor en Berghain? Hablemos de la lingüística del amor en Rosalía.

‘El amor es comunión’: Sein Blut ist mein Blut

La canción comienza en alemán con paralelismos de la construcción “Seine [X] ist meine [X]” (“Su [X] es mi [X]”) en la que se manifiesta claramente la dimensión espiritual de la obra mediante la completa identificación de los amantes.

Se fusionan identidades donde la voz lírica asume la identidad de la persona amada haciendo propios sus miedos, su ira, su forma de amar y hasta lo biológico, su sangre. Estas manifestaciones lingüísticas tienen como elemento subyacente la metáfora conceptual de ‘el amor es unión’, pero dada la naturaleza espiritual y carnal con la que se formula, probablemente lo más acertado sería repensar la metáfora como ‘el amor es comunión’.

Con maestría, Rosalía rompe con esa conceptualización del amor romántico con una metáfora muy poderosa en el verso “Wie ein Blei-Teddybär…, Deshalb ist mein Herz so schwer”, al crear un contraste con el “osito de peluche” y “el osito de plomo” con quien se identifica para afirmar que su corazón pesa mucho por todo lo que guarda en él.

De esta forma, se activa una nueva metáfora (‘las emociones son cargas físicas’) que interactúa con la anterior, deconstruyendo el ideal de amor romántico. Concebir el amor como comunión puede convertirse, paradójicamente, en una carga para el cuerpo y el alma.

‘El amor es transmutación’: Solo soy un terrón de azúcar

Tras la liturgia viene la confesión, y para ello Rosalía usa el español. Estos versos retoman la metáfora anterior y hay manifestaciones lingüísticas que forman parte de metáforas ligadas al marco generado por ‘el amor es comunión’. En el verso “Sé que me funde el calor”, la metáfora subyacente es ‘el amor es transformación’; el calor que da el amor transforma pero, en este caso, la transformación se enmarca dentro un marco negativo: la fundición, es decir, la pérdida de la propia identidad.

Además, cuando afirma ser “solo un terrón de azúcar” se realza esto porque el amor puede ser dulzura, pero a su vez fragilidad. Es decir, el yo poético experimenta la transmutación por el amor; un amor tóxico que carga y que destruye.

‘El amor es posesión’: I’ll fuck you till you love me

La lengua inglesa rompe con la liturgia y la divinidad. El versoI’ll fuck you till you love me” (“Te follaré hasta que me ames”) probablemente sea el más complejo de toda la canción porque encarna una contradicción que rompe con le metáfora de ‘el amor es comunión’.

Si bien el amor es la unión de almas y cuerpos, aquí ambos se disocian porque el sentimiento se conceptualiza como una dominación del alma a través del cuerpo. Esto alude claramente a las relaciones en las que se busca generar dependencia emocional con el sexo, es decir, realmente es una deconstrucción de la metáfora ‘el amor es dominación’. La frase no tiene un carácter sexual, sino que busca desmontar el amor romántico.

Así, el verso actúa como un acto de habla que no es eficaz por su propia contradicción. La intención y el medio se contradicen reactivando el marco religioso que atraviesa la canción. Lo “diabólico” no reside en los usos de un registro vulgar, sino en la perversión del ideal amoroso: el amor que promete la salvación termina, paradójicamente, siendo una condena terrenal.

Antonio Jesús Tinedo-Rodríguez, Profesor Ayudante Doctor, Universidad de Córdoba, Universidad de Córdoba

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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